La envidia en la Biblia: significado y cómo vencerla según las escrituras
La envidia, al ser alimentada y permitida en nuestra interior, genera nefastas repercusiones en nuestras vidas. La literatura bíblica está plagada de ilustrativos relatos que lo demuestran.
El Pecado de la Envidia Una Reflexión sobre sus Consecuencias
La envidia: un sentimiento tan común como perjudicial. Todos hemos sido tentados a envidiar a otros en algún momento de nuestras vidas. Ya sea por sus posesiones materiales, cualidades personales, puestos de poder o talentos, la envidia es una reacción natural del ser humano. Sin embargo, es necesario realizar un esfuerzo consciente para liberarnos de ella y ser agradecidos por lo que tenemos, tal como nos exhorta Romanos 12:15: "Gozarnos con los que se gozan".Permitir que la envidia se apodere de nuestros pensamientos es peligroso, ya que puede causar un gran daño. ¿Por qué es considerada un pecado? Porque divide a las personas y destruye relaciones. Genera discordia y crea un ambiente amargo y lleno de maldad. La envidia puede llevar a las personas a actuar y hablar de manera tóxica.
Santiago NTV
La ausencia de envidia y egoísmo es un signo de la verdadera sabiduría de Dios. Estos sentimientos son característicos de lo terrenal, lo puramente humano y lo demoníaco. Donde hay envidia y ambición egoísta, también existe desorden y maldad en todas sus formas.
La envidia y el egoísmo no son compatibles con la sabiduría divina. Son características distintas, incluso opuestas, a lo que proviene del Creador. Su origen es meramente humano y demoníaco, alejado de la espiritualidad.
Envidias y ambiciones no deben tener cabida en quienes siguen la sabiduría divina. Son contrarias a los principios del amor, la paz y la armonía. Su presencia solo engendra desorden y maldad en cada situación.
Es fundamental reconocer que la envidia y el egoísmo no son virtudes, sino debilidades que degradan a quien las posee. Son obstáculos en el camino hacia la sabiduría verdadera y alejamiento de la presencia divina.
La sabiduría que proviene de Dios es pura, amorosa y generosa. Reside en la humildad y se manifiesta en la paz y la armonía. Nada que provenga del egoísmo y la envidia puede igualar a su grandeza.
Las enseñanzas bíblicas sobre cómo vencer la envidia
Lamentablemente, la envidia es un sentimiento que todos experimentamos en algún momento y que es difícil de controlar. Sin embargo, es de nuestra responsabilidad hacerlo, al igual que cualquier otro sentimiento.
Una sugerencia muy valiosa, además de las ya mencionadas, es seguir el consejo del apóstol Pablo en Filipenses 2: "considerar a los demás superiores a uno mismo". Este enfoque nos permite dejar de lado el egocentrismo y envidia, liberándonos de este pecado.
Es esencial comprender que también podemos ser víctimas de la envidia. Cuando alguien nos envidia, puede causarnos problemas en nuestras vidas y llegar a atacarnos para hacernos daño. Por lo tanto, es aún más importante superar la envidia y vivir en armonía con los demás.
Venciendo la envidia Consejos para dejar atrás la sensación de envidia
Como ya hemos mencionado, todos los seres humanos están expuestos a sentir envidia. Por esta razón, es importante proteger nuestro corazón para evitar que este sentimiento nos domine, tal como hemos visto en los ejemplos analizados.
La única manera de superar la envidia y combatirla hacia otra persona es a través del amor. Debemos aprender a amar a esa persona y alegrarnos con cada una de sus victorias, incluso si no las merece. Este es un amor verdadero, similar al de Cristo, quien nos salvó sin merecerlo.
Por lo tanto, la solución para un corazón envidioso y egoísta es el amor en Cristo, ser llenos del Espíritu Santo y dar fruto. La carne y sus deseos no deben gobernar nuestras vidas como creyentes, sino que debemos someterla a Cristo (Gálatas 2:20). Así, permitiremos que el Señor guíe nuestras vidas y sometamos este sentimiento a su mínima expresión. ¡Amén!
El dilema de los textos sobre los celos
La palabra de Dios es clara en cuanto a la envidia: es una obra de la carne, un pecado peligroso y destructivo que debemos eliminar por completo. Las siguientes escrituras nos muestran lo terrible que es este sentimiento:
“Las obras de la carne son evidentes: adulterio, fornicación, impureza, lujuria, idolatría, brujería, enemistades, pleitos, celos, iras, discordias, divisiones, herejías, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes. Les advierto, como ya lo hice antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Gálatas 5:19-21.
“Andemos como en pleno día, con decencia y honestidad, no en orgías y borracheras, no en lujurias y depravaciones, no en peleas y envidias, sino vistan al Señor Jesucristo y no cedan a los deseos de la carne.” Romanos 13:13-14.
Venciendo la envidia El arma para combatirla
La envidia es una parte intrínseca de la naturaleza pecadora del ser humano. Así que quizás te preguntes: ¿cómo podemos vencerla desde su raíz? La palabra de Dios nos guía en este camino para vencer todo pecado. Y ese camino es seguir a Jesús, llevando nuestra cruz cada día y negándonos a nosotros mismos. Podemos utilizar la palabra de Dios como una espada para combatir la envidia en cuanto aparezca un pensamiento o sentimiento que provenga de nuestra carne. Con determinación y firmeza, podemos decir "¡no!" y, con el poder del Espíritu, usar la palabra de Dios para luchar hasta que logremos...
"Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame." (Lucas 9:23-24).
"Así que, si hay alguna consolación en Cristo, si algún aliento de amor, alguna comunión del Espíritu, algún afecto entrañable o alguna compasión, completad mi gozo siendo del mismo sentir, teniendo el mismo amor, unánimes y compartiendo los mismos pensamientos. Nada hagáis por rivalidad o vanagloria, sino con humildad considerando a los demás como superiores a vosotros mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás." (Filipenses 2:1-4).
Conquistando la envidia Estrategias para superarla
¡No tienes por qué sentir envidia si eres tentado a ello! Existe una forma de resistir.
(1 Corintios 10:13)
Cuando Jesús vivía en la Tierra, venció todo pecado. Como resultado, ahora es capaz de compadecerse de nuestras debilidades y ayudarnos cuando somos tentados. Hay un trono de gracia al que podemos acudir confiados, para obtener misericordia y encontrar el poder del Espíritu Santo para resistir cada vez que somos tentados a envidiar. (Hebreos 2:18, Hebreos 4:15-16) Podemos vencer tal y como Él venció.
¿Pero cómo podemos hacerlo? Lo primero es ser conscientes de que sentimos envidia. Es común mentirnos a nosotros mismos y decir que no somos envidiosos. Sin embargo, si nuestro deseo más profundo es ser liberados de todo pecado, debemos humillarnos y admitir la verdad.
La envidia comienza con un pensamiento sencillo: "No es justo", "¿Quién se cree que es?", "¿Por qué no me reconocen a mí?", "¿Por qué siempre son ellos quienes reciben la bendición?" Estas pequeñas cosas pueden causarnos intranquilidad en el alma y provocar reacciones y exageraciones. Nuestro propio ego se preocupa, y esto puede manifestarse en el trabajo, en la escuela, en nuestro matrimonio, con nuestra familia y hasta en nuestro servicio a Dios.
La práctica prohibida en el cristianismo
Dejen de hacer lo malo, queridos seguidores de Dios. No permitan que las mentiras, la hipocresía, la envidia y el chisme contaminen sus corazones. Éstos son vicios que el Señor detesta. En cambio, busquen lo que es bueno y beneficioso para su espíritu. Así como los bebés anhelan la leche de su madre, anhelen también lo que les nutra espiritualmente.Al seguir estos consejos, serán mejores cristianos y Dios los recompensará. Porque Dios espera que sus hijos sean humildes, amorosos y sinceros. No permitan que la envidia los aleje de Su amor y el chisme les aleje de su comunión con Él.Recuerden que el pecado no puede habitar en la misma morada en donde está Jesús. Así que manténganse alejados de las malas acciones y pensamientos, y en su lugar, llenen sus corazones con las bondades del Señor. De esta manera, serán fieles seguidores de Dios y recibirán su salvación.