Descubre la mirada transformadora de Cristo en el mundo
Roma es una ciudad que ha sido bendecida con la luz de la fe, la cual ilumina y da sentido a toda la vida humana. En estos tiempos difíciles, en los que la humanidad se encuentra en constante búsqueda de la luz, esta idea se vuelve precisa y necesaria. La primera encíclica del Papa Francisco, basada en el borrador preparado por Benedicto XVI antes de su renuncia, se titula Lumen fidei (La luz de la fe) y tiene como objetivo principal invitar a los cristianos a mirar el mundo a través de la mirada de Cristo en un tono esperanzador. En ella, se nos insta a seguir el camino de la fe y a encontrar en ella la respuesta a nuestras inquietudes más profundas. Con esta luz de la fe, podemos iluminar nuestras vidas y las de aquellos que nos rodean, guiándonos por el amor y la compasión de Cristo.
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La Fe en Cristo según la encíclica
La encíclica ha sido publicada durante el "Año de la fe" proclamado por Benedicto XVI como conmemoración del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia católica, y el Papa Francisco enfatiza que "el Vaticano II fue un Concilio sobre la fe" que muestra cómo esta enriquece la existencia humana en todas sus dimensiones. Además, el Catecismo es un instrumento clave para la transmisión íntegra de la fe a través del cual la Iglesia comunica "todo lo que ella es, todo lo que cree".
En la encíclica se contempla la fe de Israel y su evolución a lo largo de la historia, desde figuras como Abraham y Moisés hasta llegar a la plenitud de la vida cristiana con Jesucristo. Para el Papa, la fe cristiana gira en torno a Cristo y consiste en confesar que él es el Señor, resucitado por Dios de entre los muertos. La historia de Jesús es la máxima demostración de que Dios es digno de confianza y su amor es la base de la realidad y su destino final.
De manera contundente, el Papa señala que "si el amor necesita la verdad, también la verdad necesita el amor" y no pueden ser separados. En contraste con aquellos que piensan que "Dios está únicamente más allá, en un nivel de realidad diferente, separado de nuestras relaciones concretas", los cristianos confiesan un amor concreto y eficaz de Dios que se manifiesta verdaderamente en la historia y determina su destino final, revelado plenamente en la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Además, la fe no es solo una mera opinión subjetiva, sino que implica mirar no solo a Jesús, sino también desde su perspectiva, con su mirada. Esto nos lleva a reconocer que nuestra fe no se basa en nuestra propia sabiduría o capacidad, sino en la verdad y el amor de Dios manifestados a través de Jesús y su obra en la historia.