Descubre tu verdadero propósito de vida

De pronto te encuentras en un día idílico, deteniéndote a observar tu entorno. Contemplas el cielo, tu hogar, tu vecindario y la letra de una canción que te conmueve. Incluso, te cruzas con alguien que hace tiempo no ves y una noche en la que la vigilia te acompaña, te sumerges en tus recuerdos. Revives momentos difíciles, fracasos y la pérdida de seres queridos. Son varias las situaciones que tienen el poder de despertar en ti la gran pregunta, aquella que emerge desde lo más profundo de nuestro ser y que no descansa hasta ser respondida. Esta pregunta sacude nuestro interior como un huracán, con una fuerza capaz de llevarnos del pasado al presente en un instante. Se arraiga en nuestro ser como una sed insaciable, la sed del conocimiento existencial. ¿Cuál es mi propósito en este mundo? ¿Hacia dónde me dirijo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Por qué existo? ¿Qué significado tiene mi existencia?

para que vives

Descubre el verdadero secreto de la felicidad

En nuestra búsqueda incesante de la felicidad, tanto tú como yo y todos los demás que caminamos por este mundo, encontramos en nuestro interior un deseo indomable de alcanzarla. De hecho, el corazón humano está diseñado para ello, es como si tuviéramos un impulso innato que nos mueve constantemente hacia la verdadera felicidad. Sin embargo, a nuestro alrededor, vemos cómo muchas personas viven en la infelicidad, amargadas y con una paz que se escapa al primer contratiempo. ¿No es paradójico? Un corazón destinado a ser feliz, a amar y a perdonar... Y sin embargo, tantos corazones que albergan...

Si encendemos la televisión, la radio o abrimos un periódico, en ocasiones nos transmiten, entre líneas, que para ser verdaderamente felices, ellos tienen la clave. Nos venden la imagen de una persona aparentemente "feliz". En muchos medios de comunicación, nos dicen que para ser felices, debemos tener rostros hermosos, ser atractivos, tener un cuerpo perfecto, vivir sin restricciones ni normas, siendo el centro del universo. Nos venden la idea de que para alcanzar la felicidad, hay que ganar mucho dinero, tener un gran trabajo, una nómina fija, ser exitosos, tener una vida sexual satisfactoria, enamorarnos incluso de las farolas, vivir sin ataduras, tener una casa, viajar, tener una nevera y una despensa abarrotada...

Sin embargo, ¿qué pasaría si nos dijeran que la verdadera felicidad no se encuentra en todas esas cosas efímeras y superficiales? ¿Y si nos dijeran que la felicidad verdadera reside en nuestro interior, en nuestras acciones, en la forma en la que tratamos a los demás y en la gratitud por las cosas pequeñas? ¿Qué pasaría si nos dijeran que la verdadera felicidad no es algo que se pueda comprar o vender, sino que es algo que ya poseemos dentro de nosotros mismos, esperando a ser descubierto y cultivado?

Tal vez, si cambiamos nuestra perspectiva y dejamos de buscar la felicidad en cosas externas, podamos encontrarla en las cosas simples de la vida, como una sonrisa, un abrazo, una mirada sincera, un momento de paz y tranquilidad. Después de todo, la verdadera felicidad no se trata de tenerlo todo, sino de encontrar la alegría en lo que ya tenemos y en lo que realmente importa en la vida.

La postura de la Iglesia Cuál es su mensaje

La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser yencontrado entre su forma corporaly su naturaleza espiritual. El relato bíblico utiliza un lenguaje simbólico para expresar esta realidad, cuando afirma que “Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida, y así se convirtió en un ser viviente” (Génesis 2,7). Por lo tanto, podemos decir que Dios ama al ser humano en su totalidad.

En la Sagrada Escritura, a menudo se utiliza el término 'alma' para referirse a la vida humana (Mateo 16,25-26, Juan 15,13) o a la persona entera (Hechos 2,41). Sin embargo, también representa lo más íntimo del ser humano (Mateo 26,38, Juan 12,27) y aquello en lo que reside su mayor valor (Mateo 10,28, 2 Macabeos 6,30). El término 'alma' se refiere al principio espiritual que habita en el hombre y que lo hace imagen de Dios.

El cuerpo del hombre comparte la dignidad de ser “imagen de Dios”, ya que es un cuerpo humano gracias a la presencia de su alma espiritual. La persona humana en su conjunto está destinada a ser el templo del Espíritu en el Cuerpo de Cristo (1 Corintios 6,19-20, 15,44-45).

Qué ocurre entonces

El gran problema que está afectando a muchas personas es bastante simple, aunque a la vez complejo. Su raíz se encuentra en la sutileza del mal, que se manifiesta como engaño o anestesia ante la verdad.

La verdad es lo que conduce al ser humano a alcanzar la plenitud de su ser, su vitalidad y su felicidad. Sin embargo, muchas personas están siendo víctimas de engaños o adormecimientos en relación a la verdad más esencial que reside en cada uno de nosotros. De esta forma, se les impide acceder al primer escalón para iniciar el camino hacia la verdadera felicidad.

Simplemente, hay muchas personas que desconocen la diferencia entre un animal y un ser humano. Entre una rana y un adolescente, o entre una yegua y su amazona. Además de ser seres vivos que se alimentan, reproducen, crecen y mueren, hay una diferencia fundamental entre los animales y los seres humanos que nos distingue por completo.

Esta diferencia esencial radica en que un animal y una persona somos seres completamente distintos.

El Más Allá Un Vistazo a la Vida Después de la Muerte

¿Qué hay después de la muerte?

Esta es una de las cuestiones más profundas y polémicas que siempre ha ocupado la mente humana. Una pregunta inevitable, pues tarde o temprano todos nos enfrentaremos a la muerte. Por lo tanto, ¿existe alguien que no se interese por conocer la respuesta a esta gran incógnita?

Si salimos a una plaza en cualquier ciudad y preguntamos a las personas que pasan: "Disculpa, ¿qué opinas acerca de lo que sucede después de la muerte?" Obtendremos una variedad de respuestas elocuentes. Algunos creyentes pueden decir que creen en un paraíso donde todos nos reunimos con Dios, mientras que los ateos afirmarán que después de la muerte no hay nada, que solo debemos vivir el presente porque después de la vida no hay nada más. Otros podrían mencionar la reencarnación en otras formas de vida, mientras que hay quienes sostienen que nadie ha regresado del más allá para revelarnos lo que realmente sucede después de la muerte...

El Destino Inevitable La Muerte y sus Consecuencias

La muerte es el fin de la vida humana marcada por la oportunidad de aceptar o rechazar la gracia divina revelada en Jesucristo. Si bien en el Nuevo Testamento se habla sobre todo del juicio final que tendrá lugar en la segunda venida de Cristo, también se asegura constantemente la existencia de una retribución inmediata después de la muerte, basada en las acciones y creencias de cada individuo. La Biblia nos enseña esta verdad a través de la parábola del pobre Lázaro y las palabras de Cristo en la cruz al buen ladrón.

En el momento de nuestra muerte, seremos juzgados según nuestras acciones y nuestra fe. Así como una película, veremos nuestra vida completa en presencia de Dios, incluyendo lo bueno, lo malo y aquello que nadie más sabe. Dependiendo de cómo haya sido nuestra vida en la tierra, nuestro destino eterno será el cielo, el purgatorio o el infierno.

A quién sirves tú realmente de Agosto

En estos días veraniegos, propicios para volver a los pueblos, muchas personas vuelven al lugar donde crecieron después de haber dejado atrás su hogar para encontrar su lugar en el mundo. Son momentos de reencuentros con personas de la infancia, adolescencia o juventud, aquellos que siempre estarán en nuestra historia de vida por haber compartido con nosotros confidencias y experiencias que acabábamos de descubrir.

Durante estos encuentros, solemos hacer un pequeño balance de nuestra vida en relación a la familia que hemos construido, el orgullo de nuestros hijos, el éxito profesional y económico que hemos alcanzado, o las enfermedades que hemos padecido recientemente. Son evaluaciones superficiales pero que nos muestran quiénes somos, qué pensamos y en qué cosas invertimos nuestro tiempo. Sin embargo, en la mayoría de los casos, olvidamos lo realmente importante: nosotros mismos. Regresamos a nuestras raíces porque allí encontramos nuestra verdadera esencia, el punto de partida de nuestro camino.

Volvemos porque allí se encuentran nuestra familia y nuestros primeros recuerdos, y a medida que envejecemos, esos recuerdos vuelven a nuestra mente trayendo consigo las emociones que han forjado nuestro ser y son el alma de nuestra vida.

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