Letanía a San Antonio de Padua: Reza por tus peticiones y encontrando lo perdido

Las letanías, uno de los numerosos métodos de adoración hacia San Antonio de Padua, son un ejemplo de oraciones de súplica. Estas plegarias colectivas consisten en recitar y repetir los nombres y virtudes del santo en cuestión.

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La forma correcta de declamar plegarias a San Antonio

"¡Oh Señor, ten compasión de nosotros! ¡Señor, ten compasión de nosotros! ¡Cristo, ten misericordia de nosotros! ¡Cristo, ten misericordia de nosotros! ¡Señor, ten compasión de nosotros! ¡Señor, ten compasión de nosotros! ¡Cristo, escúchanos! ¡Cristo, escúchanos!

Padre Celestial, ten piedad de nosotros. Hijo de Dios, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros. Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. Trinidad Santa, único y verdadero Dios, ten piedad de nosotros.

Santa María, concebida sin pecado original, ruega por nosotros. San Antonio de Padua, ruega por nosotros. Gloria de la Orden Seráfica, intercede por nosotros. Arca del Testamento, ruega por nosotros. Santuario de sabiduría celestial, ruega por nosotros.

Te rogamos, escúchanos, oh San Antonio. Te rogamos, protégenos, oh San Antonio. Te rogamos, alcánzanos tus bendiciones, oh San Antonio. Te rogamos, guíanos hacia la verdad, oh San Antonio. Te rogamos, alcánzanos tu amor, oh San Antonio. Te rogamos, intercede por nosotros, oh San Antonio.

Te rogamos, escúchanos, oh San Antonio. Te rogamos, protégenos, oh San Antonio. Te rogamos, alcánzanos tu paz, oh San Antonio. Te rogamos, fortalécenos en la fe, oh San Antonio. Te rogamos, alcánzanos tu gracia, oh San Antonio. Te rogamos, intercede por nosotros, oh San Antonio.

Te suplicamos, oh bienaventurado San Antonio, que intercedas por nosotros ante el trono de Dios. Que tus ruegos sean nuestra guía y amparo en las dificultades de la vida. Que, al igual que tú, sepamos amar y servir al Señor con humildad y devoción. Amén."

La importancia de entonar oraciones a San Antonio

Las letanías son una forma devota de honrar al santo. Este modesto fraile franciscano, dedicado a ayudar a los pobres y enfermos, fue elegido por Dios y bendecido con muchos dones. Con su elocuencia y profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras, su enseñanza de la fe ha perdurado a través de los siglos, gracias a sus sermones y lo ha llevado a ser reconocido como un Doctor de la Iglesia. Su poder taumatúrgico ha dado lugar a innumerables curaciones milagrosas, y su canonización tuvo lugar menos de un año después de su fallecimiento.

Su devoción es conocida en todas las iglesias del mundo, algunas de las cuales dedican momentos especiales de oración en su honor. Él es un ejemplo de humildad y compasión, y su legado sigue inspirando a millones de personas a vivir una vida piadosa y dedicada al servicio de los demás. En su presencia, se encuentra la fuerza y el consuelo para enfrentar las pruebas y tribulaciones de la vida. Que su nombre sea invocado siempre con respeto y gratitud, y que su intercesión nos lleve a una mayor cercanía con Dios.

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Oraciones

El Rosario de San Antonio

es una oración compuesta por 39 cuentas. Este mismo número representa la cantidad de azotes que recibió Jesús durante su Pasión, según Santa Tradición.

El Rosario está dividido en 13 grupos de 3 cuentas cada uno. Durante la recitación de cada grupo, se hacen una invocación y una oración correspondiente a cada una de las cuentas: un Padrenuestro en la primera cuenta, un Avemaría en la segunda y un Gloria en la tercera.

Antes de comenzar la oración del Rosario, se realiza la Señal de la Cruz y el Acto de contrición. Si se está incluyendo el Rosario como parte de una novena, estas dos oraciones no son necesarias de repetir.

Señal de la Cruz:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Acto de contrición:

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón de haberte ofendido, porque tú eres infinitamente bueno y digno de ser amado sobre todas las cosas. Me propongo firmemente, con tu gracia, nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén. Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón de haberte ofendido, porque tú eres infinitamente bueno y digno de ser amado sobre todas las cosas. Me propongo firmemente, con tu gracia, nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

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