Las mejores oraciones al Santo Justo Juez para solucionar casos difíciles
El justiciero Juez es Dios, quien reconoce todas nuestras acciones. En Revista Católica, hacen hincapié en que esta designación demuestra la fe en que Jesús es justo y soberano en su discernimiento.
Súplica al Recto Juez en Situaciones Complicadas
Oh poderoso Justo Juez, soberano de los reyes, encarnación de la omnipotencia, cuyo nombre es sinónimo de oración. Es a ti a quien me dirijo, cargando con mis dificultades económicas, de salud y familiares. Mis tropiezos y errores, mis adversidades y en especial mi dolor actual, por el que acudo a ti con la esperanza de encontrar alivio y consuelo. En tu santa voluntad confío y en tu divinidad me abandono.
Oh Justo Juez, Señor de señores, personificación de la bondad, perfecta justicia y eterna misericordia. Sé que antes incluso de pedir, ya has escuchado mis plegarias, por eso te agradezco y en silencio me rindo ante ti.
A ti, Justo Juez, cuyo nacimiento en un pesebre trae pureza e inocencia, libre de pecado y de naturaleza eterna. Tú, creador de todo y ajeno a lo imposible, eres la roca en la que pongo mi fe. Aunque pequeña y débil, confío en tu poder para superar mis gigantes problemas. Te invoco con amor y esperanza, confiando plenamente en tu bondad.
El Juez Impecable Descubriendo el Verdadero Justo de la Justicia
La Verdadera Oracion al Justo Juez para Casos Dificiles | Jovenes con Jesus.
Súplica al Recto Juez en situaciones desesperantes
Oh Señor del cielo, poderoso rey de la tierra, te ruego por tu divina misericordia. Con humildad te imploro, pues en mi corazón ardiente late un deseo que solo tú puedes cumplir.Con tu infinito amor y poder, te pido concedas esta petición que anhela salir de mi mente. Confío en que, con tu bendición, todo saldrá bien y mi fe y esperanza se fortalecerán en tu promesa.
Oración al Justo Juez
¡Oh Excelso y Justo Juez de vivos y muertos! ¡Eterno resplandor de justicia, encarnado en el puro seno de la Virgen María para salvar a la humanidad!
Tú, que creaste el cielo y la tierra, que moriste en la cruz por amor a mí. Tú, que fuiste envuelto en un sudario y sepultado en una tumba, de la que resucitaste al tercer día como vencedor de la muerte y el infierno. ¡Santo y divino Juez, escucha mis plegarias y otorga una respuesta favorable a mis súplicas!
Tu poderosa voz calmaba las tempestades, sanaba a los enfermos y revivía a los muertos, como a Lázaro y al hijo de la viuda de Naim. Con tu mandato, los demonios huían, liberando a los poseídos, y devolvías la vista a los ciegos, la palabra a los mudos, el oído a los sordos y el perdón a los pecadores, como a la Magdalena y al paralítico de la piscina.
Tú te volviste invisible a tus enemigos, haciendo que aquellos que iban a capturarte cayeran al suelo en el huerto. Y en tu último aliento en la cruz, tu poderoso grito hizo temblar a todo el universo. Abriste las puertas de la prisión de Pedro y lo liberaste sin ser visto por la guardia de Herodes.