La profecía de Simeón y la vida de María una revelación profunda
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Al cumplir el plazo establecido por la ley de Moisés, María y José decidieron viajar a Jerusalén para llevar a Jesús a ser presentado al Señor y realizar un sacrificio, tal como está escrito en la Ley del Señor. Este acto marcó la purificación de María, cuarenta días después del nacimiento de Jesús.
Primer Dolor
El recién nacido, después de ocho días
fue llevado por sus padres a Jerusalén, para presentarlo ante el Señor y cumplir con la ley de Moisés. Según esta ley, todo varón primogénito debe ser consagrado al Señor, por lo que requiere ser presentado ante él.
El cumplimiento de esta ley se basa en la profecía del Señor, que dice: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor" y se debe entregar una oblación por él, como está escrito en la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones".
En Jerusalén, vivía un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba con ansias el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba con él y le había sido revelado que no moriría sin antes ver al Mesías del Señor.
Esta historia se puede dividir en cuatro partes importantes, todas ellas relacionadas con el templo de Jerusalén. En primer lugar, el templo es el lugar donde se llevan a cabo los rituales de la ley de Moisés. En segundo lugar, Simeón, un hombre piadoso, es testigo del cumplimiento de la profecía. En tercer lugar, Ana, una profetisa, también reconoce al Mesías en el recién nacido. Y por último, el crecimiento de Jesús en ese lugar sagrado.
Todo esto se cumple bajo la mirada de la profecía de Zacarías, que anunciaba la venida del mensajero que prepararía el camino del Señor y que él mismo entraría en su templo. Todo esto se cumple en el relato narrado en el Evangelio.
La familia de Jesús cumple con los rituales religiosos en el templo, como manda la ley. La circuncisión es realizada en el octavo día después del nacimiento del niño, y además, se le pone su nombre. Estos rituales no solo cumplen con la ley, sino que también confirman y anuncian la venida del Mesías del Señor, que se hace presente en el templo de Jerusalén.